lunes, 25 de enero de 2016

La magia de la cámara lenta: Robo

Por Cuauhtémoc Gama Ponce



Ayer estrellaron la aletilla de la ventana posterior de la puerta del lado izquierdo del automóvil de mi mujer, mientras estábamos en una reunión. Además del cristal roto, el percance no pasó a mayores, salvo por el hecho de que los ladrones extrajeron a la fuerza una maleta cerrada que llevaba casi un mes en la cajuela a través del respaldo del asiento trasero, pensando que tal vez contendría algo valioso. Pero no, en su interior sólo había algo de ropa, una cobija y, si acaso lo más oneroso, lo más caro, un dispositivo para medir la presión arterial.

            Imagino la cara de los imbéciles al llegar a su guarida, descubrir el botín y mentarnos la madre, haciendo un berrinche endemoniado, pensando «pinches jodidos». O el momento del asalto cuando intentaban arrancar el coche que jamás encendió, «Ya ves, pendejo, mejor vámonos ya» (porque aquél da marcha cuando se le da la gana y quizá haya sido lo más probable que ocurriera), y luego abandonarlo dejando todo hecho un lío con papeles regados en el piso, pedazos de vidrio, el asiento sin acomodar y el respaldo fuera de su lugar.

            Tras el susto, comenzaron las especulaciones entre los convidados a la reunión. Alguien dijo:

            –Si lo hubieras metido (refiriéndose al automóvil, claro), no habría pasado esto…–. Etc.

            Y sí, hay alguna razón en ello. Aunque con las debidas reservas.


            Se me ocurren tantos ejemplos en el uso inadecuado de la conjugación del verbo “haber”, que si mi abuelita materna hubiera tenido ruedas… Bueno, ya conocen el resto.

jueves, 14 de enero de 2016

La magia de la cámara lenta: Breve relato matutino. Epílogo.

Por Cuauhtémoc Gama Ponce

Hoy, una mujer aparece en la escena descrita el día de ayer.

Es casi la misma, aunque con la siguiente diferencia: ella, la madre del niño, lleva un paraguas y carga una piedra, gritando improperios, controlando a los animales para que no se acerquen a la tienda. Finalmente, luego de la compra, todos se retiran sosegadamente.

            Ahora llueve. Hace más frío…

miércoles, 13 de enero de 2016

La magia de la cámara lenta: Breve relato matutino.

Por Cuauhtémoc Gama Ponce

La escena de hoy: un niño, dos perros, macho y hembra, un cachorro de raza indefinida de color negro.

            El niño va a la tienda que está junto al lugar donde me encuentro y pide algo. Los perros revolotean en la banqueta. La mujer de la tienda ahuyenta con un ‘chú’ a los perros, mientras despacha. El cachorro, espantado, se aleja y reúne con sus padres, que lo cubren pacientemente. Poco después, el niño corre con la mercancía bajo el agua, entre los charcos, seguido por los tres canes. Todos se retiran felices.

            Llovizna. Hace frío.